miércoles, 29 de agosto de 2012

MOYANO VA A CONTRAMANO
Cristina en la reunión del Consejo del Salario Mínimo
 La presidenta Cristina Fernández de Kirchner participó del cierre de la reunión del Consejo del Salario Mínimo por quinto año consecutivo, ámbito del que participan el Estado, los empresarios y los trabajadores.
Ese grupo tripartito acordó fijar en 2.875 pesos el salario mínimo que representa un aumento del 1.565% respecto de los 450 pesos del 2004.
El camionero Hugo Moyano, autoproclamado titular de la CGT, resolvió no concurrir a la reunión del Consejo del Salario porque no quería que el gobierno le imponga un techo al salario mínimo y que, en todo caso, lo estableciera por decreto, cosa que finalmente no sucedió.
El Consejo anunció que se harán reuniones para tratar el tema del trabajo no registrado, una de las cuestiones que requiere un tratamiento pormenorizado.
Prefirió, en cambio, ir a un almuerzo organizado por la Federación Agraria Argentina para evocar el Grito de Alcorta, donde se reunió con el ex presidente Eduardo Duhalde, con el dirigente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati y con el presidente de la FAA, Eduardo Buzzi, además de otros dirigentes de la oposición. Moyano dice representar a los trabajadores pero no estuvo en un encuentro donde se discutieron cuestiones importantes para ellos.
Elige donde estar y con quien juntarse. Es su decisión, pero debe entender que su pretendida representación de los trabajadores no puede estar sometida a sus caprichos de opositor empedernido. En la Argentina, que sufre las consecuencias de la crisis financiera internacional, se discuten salarios en paritarias LIBRES y se fija un salario mínimo que es el piso que deberá cobrar cualquier trabajador en cualquier actividad.
Buzzi había dicho que un salario de 2.900 pesos era insuficiente y reclamaba, con fingida ironía, que los funcionarios vivan con ese ingreso. Habría que decirle a Buzzi que mira a los costados, a su propio sector, donde aún se pagan salarios de miseria al peón rural
que, en algunos casos, sufren también las consecuencias del trato inhumano de parte de las patronales agropecuarias.
El dirigente, cualquiera sea su representatividad, que se precie de tal tiene que estar dispuesto a asumir compromisos que son inherentes a su cargo y que no pueden estar subsumidos en función de veleidades impropias para este tipo de hombres públicos.--

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