domingo, 11 de noviembre de 2012

EL 8 PASÓ COMO UNA RÁFAGA



El 8 de noviembre pasó como una ráfaga. Muchos le habían dado un sentido épico a la jornada, como si se tratara de una marcha que habría de convertirse en un hito en nuestra historia, en un punto de inflexión. Quienes participaron, creían estar protagonizando un 17 de octubre? Era el "subsuelo de la Patria sublevado" el que se congregó en el Obelisco y en otros lugares del interior del país? De ninguna manera. Se movilizó un sector de la clase media y clase media alta con pancartas con textos intolerantes, con reclamos destituyentes (acaso pedir que se vaya ya la presidenta es un amable invitación o una exigencia inaceptable?), otros contradictorios, algunos ofensivos.
Qué idea propusieron, que propuesta hicieron? Estaban ahí, marcaron su territorio. En el fondo aborrecen este modelo de inclusión, que tiene en la movilidad social ascendente uno de sus principales atributos.
No quieren que los "negros de mierda" (los "cabecitas negras" de antaño, los "descamisados" de Evita) asciendan en la escala social, que tengan su vivienda, sus vacaciones, su trabajo digno, que vayan a sus mismos bares, a sus mismos restaurantes, que ocupen el espacio privilegiado que suponen que es de ellos y que no quieren compartir. Es el mismo odio exacerbado que expresó aquel "viva el cáncer", o cuando se produjo el derrocamiento del gobierno del gral. Perón o el intento desestabilizador del 2008 protagonizado por los llamados "productores autoconvocados".
Y ahí está la virtud de este gobierno peronista que es la ampliación de derechos, hacerlos más extensivos. Esto choca con esa clase que no tolera ese avance propio de una sociedad que se mueve, que rechaza el quietismo, el statu quo.
Los caceroleros que estuvieron en la capital, como aquí en Junín o en cualquier otra ciudad y pueblo del interior, se plantaron desde la no política, de creer que cualquier gobierno es lo mismo sin discriminar a dictaduras o aquellos surgidos del voto popular.
Muchos periodistas "independientes" reclaman que se atiendan las demandas expresadas por esa turbamulta. Cómo establecer un diálogo con aquellos que piden que la presidenta se vaya ya? O con aquellos que la calificaban de "yegua"? O que expresaban su desprecio por la Asignación Universal por Hijo? O que se pronunciaban contra una presunta re-reelección que es una fantasía alentada por los medios dominantes y cierta dirigencia política tan sumisa a ellos? Un diálogo no se establece a partir de la ofensa sino que es el punto de partida para llegar a acuerdos responsables y razonables.
Una mayoría aplastante votó ESTE programa de gobierno. Yo lo voté y no quiero que se lo cambie. Que haya modificaciones impuestas por la coyuntura es atendible porque nada es estático. Pero no exigan esas miles de personas que este camino tenga un recorrido distinto. Además, convendría que unifiquen su discurso, lo tornen medianamente plausible, dejen de lado el insulto, usen la inteligencia para algo más que vomitar hostilidad.
Esta democracia reconquistada con un enorme sacrificio luego de esa dictadura impiadosa, brutal que padecimos (y que muchos reivindicaron en ese jueves) exige de todos esfuerzos crecientes para dirimir nuestras controversias en ese marco.
Hoy la libertad, todas las libertades, están siendo respetadas. La de expresión en forma absoluta. Y está bien que así sea porque es la única manera que tenemos para manifestar lo que pensamos o sentimos en determinado momento.
Vociferar, con rostros desencajados, que Cristina se vaya es golpismo puro. Es pretender un vacío de poder que abre las puertas del infierno.
Cristina no se va porque su mandato termina en 2015 y este es un hecho, se trata de una comprobación fáctica. Y hasta entonces va a ejercer el poder que emana de la voluntad popular expresada mayoritariamente el año pasado. Si esa derecha reaccionaria quiere competir ese año que busque sus candidatos, arme su propuesta y la dirima en las urnas. Sus sueños desestabilizadores son eso, sueños.
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