El 8 de noviembre pasó como una ráfaga. Muchos le
habían dado un sentido épico a la jornada, como si se tratara de una marcha que
habría de convertirse en un hito en nuestra historia, en un punto de inflexión.
Quienes participaron, creían estar protagonizando un 17 de octubre? Era el
"subsuelo de la Patria sublevado" el que se congregó en el Obelisco y
en otros lugares del interior del país? De ninguna manera. Se movilizó un
sector de la clase media y clase media alta con pancartas con textos
intolerantes, con reclamos destituyentes (acaso pedir que se vaya ya la
presidenta es un amable invitación o una exigencia inaceptable?), otros
contradictorios, algunos ofensivos.
Qué idea propusieron, que
propuesta hicieron? Estaban ahí, marcaron su territorio. En el fondo aborrecen
este modelo de inclusión, que tiene en la movilidad social ascendente uno de
sus principales atributos.
No quieren que los "negros de mierda"
(los "cabecitas negras" de antaño, los "descamisados" de
Evita) asciendan en la escala social, que tengan su vivienda, sus vacaciones,
su trabajo digno, que vayan a sus mismos bares, a sus mismos restaurantes, que
ocupen el espacio privilegiado que suponen que es de ellos y que no quieren
compartir. Es el mismo odio exacerbado que expresó aquel "viva el
cáncer", o cuando se produjo el derrocamiento del gobierno del gral. Perón
o el intento desestabilizador del 2008 protagonizado por los llamados
"productores autoconvocados".
Y ahí está la virtud de este gobierno peronista que es
la ampliación de derechos, hacerlos más extensivos. Esto choca con esa clase
que no tolera ese avance propio de una sociedad que se mueve, que rechaza el
quietismo, el statu quo.
Los caceroleros que estuvieron en la capital, como
aquí en Junín o en cualquier otra ciudad y pueblo del interior, se plantaron
desde la no política, de creer que cualquier gobierno es lo mismo sin
discriminar a dictaduras o aquellos surgidos del voto popular.
Muchos periodistas "independientes" reclaman
que se atiendan las demandas expresadas por esa turbamulta. Cómo establecer un
diálogo con aquellos que piden que la presidenta se vaya ya? O con aquellos que
la calificaban de "yegua"? O que expresaban su desprecio por la
Asignación Universal por Hijo? O que se pronunciaban contra una presunta
re-reelección que es una fantasía alentada por los medios dominantes y cierta
dirigencia política tan sumisa a ellos? Un diálogo no se establece a partir de
la ofensa sino que es el punto de partida para llegar a acuerdos responsables y
razonables.
Una mayoría aplastante votó ESTE programa de gobierno.
Yo lo voté y no quiero que se lo cambie. Que haya modificaciones impuestas por
la coyuntura es atendible porque nada es estático. Pero no exigan esas miles de
personas que este camino tenga un recorrido distinto. Además, convendría que
unifiquen su discurso, lo tornen medianamente plausible, dejen de lado el
insulto, usen la inteligencia para algo más que vomitar hostilidad.
Esta democracia reconquistada con un enorme sacrificio
luego de esa dictadura impiadosa, brutal que padecimos (y que muchos
reivindicaron en ese jueves) exige de todos esfuerzos crecientes para dirimir
nuestras controversias en ese marco.
Hoy la libertad, todas las libertades, están siendo
respetadas. La de expresión en forma absoluta. Y está bien que así sea porque
es la única manera que tenemos para manifestar lo que pensamos o sentimos en
determinado momento.
Vociferar, con rostros desencajados, que Cristina se
vaya es golpismo puro. Es pretender un vacío de poder que abre las puertas del
infierno.
Cristina no se va porque su mandato termina en 2015 y
este es un hecho, se trata de una comprobación fáctica. Y hasta entonces va a
ejercer el poder que emana de la voluntad popular expresada mayoritariamente el
año pasado. Si esa derecha reaccionaria quiere competir ese año que busque sus
candidatos, arme su propuesta y la dirima en las urnas. Sus sueños
desestabilizadores son eso, sueños.
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