jueves, 4 de octubre de 2012

ESTÁN UNIFORMADOS Y ESTÁN ARMADOS,



ACTO DE SEDICIÓN


Por Luis Gramuglia

La protesta de los gendarmes y prefectos fue un claro acto de sedición. No tratemos este tipo de conflictos apelando a eufemismos para intentar encubrir una situación que afecta a la democracia.
Cuando el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina anunció que se iba a pagar la deuda surgida de una mala liquidación salarial y que se iba a analizar en el transcurso de un mes este problema, ahí, en ese momento, quienes estaban reclamando debían inmediatamente deponer su actitud.
Sin embargo, ampliaron el pliego de demandas convocando a otras fuerzas como la bonaerense a sumarse al tumulto frente a los edificios Centinela y Guardacostas.
Este no puede ser interpretado como un hecho aislado, "espontáneo" como suele calificarse a cualquier otro que protagonizan sectores claramente destituyentes.
Ocurre que hay quienes ESTÁN TIRANDO DEMASIADO DE LA CUERDA, generando convulsiones de esta magnitud que generan preocupación, zozobra en la población.
Que fuerzas de seguridad salgan a la calle a reclamar de viva voz por el pago incorrecto de salarios que estaba subsanado al mediodía con el compromiso que tomó Abal Medina, es un episodio no menor, inquietante porque se trata de personal cuya misión es cuidar las fronteras y también la seguridad pública y porque están UNIFORMADOS Y ESTÁN ARMADOS, con lo que esto implica para el imaginario colectivo.
Trae evocaciones desgraciadas para los argentinos porque en democracia hubo sublevaciones militares que intentaron marcar una presencia ominosa.
Cuando decimos que se está tirando demasiado de la cuerda, no podemos dejar de mencionar la marcha de los caceroleros, preñada de odio de clase convocada desde las redes sociales por militantes del PRO, el ruralismo agrupado en la Sociedad Rural Argentina, personeros de la derecha peronista y familiares de los represores a quienes llaman "presos políticos, todos estos azuzados claramente por un periodismo golpista que se autodefine como "independiente" y cuyos voceros son Lanata, Bonelli, Alfano, Eliaschev, Castro, Morales Solá, Blanck, van der Kooy, Leuco, Pagni, entre otros.
Frente a esto, la presidenta Cristina Fernández nos ha pedido que tengamos calma, que no respondamos a las agresiones ni a las provocaciones, que continuemos profundizando este modelo de participación popular.
Para adelante, conviene tener presente este episodio, no dejarlo pasar alegremente. El gobierno democrático debe sancionar a los responsables de la maniobra urdida para generar esta situación de caos y desorden.
Hay quienes afirmaron que el reclamo es justo. Sin embargo, se ha cuestionado la forma, tan brutal, tan desmedida la reacción de esas fuerzas de seguridad que parece querer desafiar el orden democrático. Recuperarla costó demasiada sangre, demasiado dolor como para pederla por cuestiones que son meramente administrativas.
Hubo una saludable reacción de fuerzas políticas democráticas repudiando el modo en que se planteó esta reivindicación. Llama la atención el comportamiento dual de la UCR: en Diputados aprobó el documento de rechazo, mientras que en el Senado se abstuvo como si fueran dos partidos distintos.
En las fuerzas armadas y de seguridad existe una cadena de mandos, un principio de verticalidad, de disciplina que cuando se rompe se produce un descalabro como el que estamos observando.
La gran mayoría del pueblo argentino rechaza este claro intento de provocar al gobierno nacional y popular.---

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