SOBRE EL AUMENTO DE LOS
PRECIOS DE LOS ALIMENTOS
Por Patricio Díaz
¿Por qué aumentan los precios si la demanda de consumo se sostiene? ¿Por qué aumentan los precios si las tarifas estuvieron congeladas durante años y no tienen alzas importantes ahora? ¿Por qué aumentan los precios si los incrementos de salarios fueron aceptados sin conflictos en la mayoría de los rubros privados?. Lejos de reproducir el chiste o la ironía fácil con aquello de que “según el INDEC se puede comer con seis pesos diarios”, los consumidores deberíamos preguntarnos por qué los supermercados aumentan tanto los precios y manejan promociones que a uno lo dejan pensando. |
La
mayoría de las notas sobre la inflación en los últimos tiempos, tanto de
medios gráficos como televisivos se limitan a remarcar el aumento que
han tenido los precios de los alimentos esenciales, sin dejar de hacer
mención al chiste o la ironía fácil que se puede hacer con aquello de
que “según el INDEC se puede comer con seis pesos diarios”.
Esta
crítica fácil que se repite sin cesar tanto en las notas periodísticas
como en las mesas de café y en las reuniones familiares nos direcciona a
pensar que el culpable de la situación es el gobierno, obviando que
los empresarios y consumidores también tenemos que ver y que el origen
del problema debemos buscarlo en la puja por la distribución del
ingreso, en la estructura productiva y distributiva de mercancías en la
Argentina y en la lógica capitalista.
Eso
de mostrar las góndolas con los aumentos, comparar el precio de los
productos respecto de seis meses atrás o hablar con los consumidos y
almaceneros, es la mejor manera de no hablar del tema principal: que los
incrementos, al igual que los descuentos y las promociones, los
producen los empresarios; y que no hay importantes asociaciones de
defensa de los consumidores que increpen, incluso judicialmente, al
empresariado por subir y bajar los precios de manera desmedida.
Cómo
es posible que un producto tenga un valor por unidad, pero si se
compran tres iguales ese valor caiga un treinta y pico o cuarenta por
ciento. Como consumidores debiéramos preguntarnos ¿con que márgenes
trabajan los supermercados?, o debiéramos pensar que fuera de esas
promociones los supermercados nos están robando, contribuyendo de esta
manera a generar inflación.
¿Con
qué márgenes trabajan los supermercados? ¿Qué números les permiten
hacer descuentos de hasta el treinta o cuarenta por ciento?, ¿qué
estructura de costos les permite descontar el cincuenta por ciento del
valor en el segundo producto cuando uno compra dos iguales? ¿Por qué hay
productos que varían su precio al público varias veces en un mismo
mes?¿qué les permite tener cupones de descuentos casi todas las semanas?
Viendo
las góndolas, caminando para aprovechar las ofertas y descuentos y
haciendo las cuentas del supermercado, es interesante preguntarse por
qué la inflación baja fue la característica de los noventa, por qué la
inflación 2003-2007 no fue un tema preocupante y porque hay aumentos de
precios que empiezan a notarse a partir de 2008.
Los
noventa se caracterizaron por la baja inflación, pero también por la
alta desocupación, el congelamiento y recorte de los salarios y la
escasa inversión del Estado en infraestructura y desarrollo social. Es
decir: escaso dinero circulante. Por eso no aumentaban los precios.
Las causas
No
pretendemos aquí negar que el INDEC esté cuestionado, pero el problema
es la inflación no el INDEC. Y la inflación se da por el aumento de
precios y el aumento de precios lo hacen los empresarios. Los aumentos
tienen causas y el dilema es cuál es la discusión que se da sobre las
causas.
Históricamente
en Argentina los empresarios alegaron que los incrementos de precios se
daban por aumento en sus costos. Los principales costos, dijeron
siempre, eran los servicios y la mano de obra, es decir los salarios.
Durante los noventa esto pareció ser cierto, pues en números generales
las tarifas se mantuvieron congeladas y los salarios tendieron a la baja
(recortes incluidos) y la inflación no aumentaba.
Pero
en el período 2003-2008 los salarios, las jubilaciones y las pensiones
crecieron significativamente y las tarifas se mantuvieron congeladas por
los subsidios y la inflación no fue preocupante. ¿Entonces, cual es la
causa?
Digamos
que sobre estos los economistas se dividen en dos grandes grupos: los
que dicen que la oferta de productos crea su propia demanda y los que
dicen lo contrario. En los noventa se aplicó esa primera tesis. La idea
era bajar costos, sanear la economía, recortar los gastos del estado,
desregular precios para que los empresarios encontraran un clima
propicio para invertir y producir más. Pero esto no pasó porque hubo
desempleo, reducción del poder adquisitivo y el poder de compra quedó en
manos de una pequeña minoría.
Por
el contrario, desde 2003 se aplica la otra tesis: la demanda crea
oferta. Es decir, los salarios en alza, la cobertura universal de los
jubilados, los programas sociales para los desempleados, subempleados y
sectores pobres, y la inyección de dinero en el mercado por parte del
estado, vía obra pública y subsidios, crea demanda de productos. Y allí,
y solo allí los empresarios producen, toman personal e invierten algo.
El
asunto fue que en los primeros años de la recuperación, a partir del
2003, a medida que la demanda iba creciendo, los empresarios iban
produciendo más utilizando su capacidad ya instalada (galpones,
máquinas, herramientas existentes), cuando llegaron al límite de
producción con la capacidad instalada, había dos caminos: la inversión
para producir más o bajar costos, o el aumento de precios. Esta segunda
opción por la que optó el empresariado local tuvo un contexto
favorable: las políticas gubernamentales se proponían sostener el
mercado interno, es decir, la demanda.
Por
eso, Alfredo Coto, dueño de una de las principales cadenas de
supermercados dijo a La Nación el año pasado: “La inflación no es un
tema que hoy nos preocupe en la medida en que siga bajo control y el
consumo continué creciendo”. A los empresarios no les importa la
inflación, sino que haya consumo.
Además,
el aumento de precios es factible en la Argentina porque la producción y
la distribución mayorista (hipermercados y supermercados) están
concentradas en pocas manos y no hay competencia. Al contrario, algún
supermercado con presencia en Junín se jacta de la concentración y
ofrece una tarjeta que otorga descuentos en todas las firmas de su
grupo, lo cual atenta contra la competencia.
Ya
que estamos inmersos en un proceso de profundos cambios no basta que
desde el oficialismo se apele a la buena voluntad empresaria para que no
aumenten sus precios, porque el tema de la ganancia es una cuestión
inherente a la empresa capitalista. Por lo cual es necesario analizar
también la rentabilidad empresaria. Una legítima rentabilidad empresaria
debería provenir de una mayor producción, mayor tecnificación, mayor
inversión, de la innovación o del lanzamiento al mercado de nuevos
productos, no del fácil aumento de precios.
Es
parte de la cultura argentina echarle toda la culpa al gobierno y
concretamente al presidente. El año que viene se cumplen diez años de
estabilidad de una de las políticas del gobierno: extender, sostener y
consolidad el mercado interno, aún cuando las crisis internacionales
hacen más cuesta arriba este propósito. Los consumidores deberíamos
contribuir a ese desarrollo del mercado interno. Deberíamos ir con las
cacerolas a las puertas del supermercado y preguntarles ¿por qué
aumentan los precios si la demanda se sostiene? ¿Por qué aumentan los
precios si las tarifas estuvieron congeladas y ahora no tienen alzas
importantes? ¿Por qué aumentan los precios si los incrementos de
salarios fueron aceptados sin conflictos en la mayoría de los rubros
privados?.
*Partido Solidario |
jueves, 13 de diciembre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario