domingo, 16 de septiembre de 2012

16 de septiembre de 1976



LA NOCHE DE LOS LAPICES: LA REPRESIÓN GENOCIDA CONTRA LOS JÓVENES

dibujo ALSURinforma.com
Fue una de las masacres más horrendas cometidas por la dictadura cívico militar. Se trata del secuestro y asesinato de estudiantes secundarios que reclamaban el boleto estudiantil. Se la conoce como La Noche de los Lápices. La persecución, detención y posterior muerte de estos jóvenes fue perpetrada por el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y por efectivos de la policía bonaerense que por entonces conducía el asesino Ramón Camps.

A partir del 16 de setiembre de 1976 --y durante varios días-- en La Plata se produjo el secuestro de 10 estudiantes secundarios --en su mayoría menores de edad-- que reclamaban el boleto estudiantil, uno de los episodios que caracterizaron de un modo terrible, emblemático la violencia represiva de la dictadura cívico militar.
El caso recién tomó estado púbico en 1985 luego que se conociera el testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de esa tragedia durante el juicio a las juntas. El mismo participó de la realización del guión que llevó la historia al cine un año despues, película
dirigida por Héctor Olivera.
Cuatro de los estudiantes secuesterados sobrevivieron a las torturas y traslados impuestos por los represores.
Las víctimas pertenecían casi todos a la Unión de Estudiantes Secundarios de La Plata que habían reclamado en el `75, ante el Ministerio de Obras Públicas, el otorgamiento del boleto de colectivo con un descuento para quienes cursaban el secundario.
Este beneficio fue suspendido en agosto de 1976 en plena dictadura. La intención era detectar, mediante un trabajo de inteligencia, quienes eran los líderes (eran calificados como "potenciales subversivos") y así poder ir a buscarlos en cada escuela.
El operativo estuvo a cargo del Batallón 601 de Inteligencia del Ejército y de la policía bonaerense que comandaba, entonces, el asesino Ramón Camps.
Los secuestrados fueron Claudio de Acha, 17 años, secuestrado el 16 de setiembre de 1976, desaparecido; Gustavo Calotti, 18 años secuestrado el 8 de ese mes. Se considera que se trata de un sobreviviente porque varios de los secuestrados eran ex compañeros de secundaria y pasó con ellos meses de prisión y tortura.
María Clara Ciocchini, 18 años, desaparecida desde el 16 de setiembre junto a María Claudia Falcone de 16 años, ambas secuestradas en la casa de la tía abuela de esta última; Pablo Díaz, 18 años, secuestrado el 21 de setiembre y quien denunció el hecho a la opinión pública; Francisco López Muntaner, 16 años, secuestrado el 16 de setiembre, desaparecido; Patricia Miranda, 17 años, secuestrada un día despues, sobreviviente. Era una estudiante de Bellas Artes que no tuvo militancia política ni siquiera había participado del reclamo por el boleto estudiantil. Estuvo en los centros clandestinos de detención de Arana, Pozo de Quilmes, Valentín Alsina y en la cárcel de Devoto donde quedó a disposición del Poder Ejecutivo hasta marzo de 1978.
Emilce Moler, 17 años, secuestrada el 17 de setiembre, otra sobreviviente; Daniel Racero, 18 años y Horacio Ungaro, secuestrados ambos un día antes, desaparecidos.
Según la CONADEP, la bonaerense preparó un operativo de escarmiento a quienes habían participado de ese reclamo considerado por las FF.AA. como "subversión en las escuelas" y que "los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban: Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5.a, 8.a y 9.a de La Plata y 3.a de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires".
El 14 de mayo de 1998, siendo intendente Enrique Olivera, la Legislatura porteña sancionó la ley que establece el 16 de setiembre como Día del Estudiante Secundario, precisamente en conmemoración de La Noche de los Lápices.
La participación política de los jóvenes había tenido un fuerte impulso en mayo de 1973 a partir del triunfo electoral de la fórmula peronista Cámpora-Lima.
Este hecho produjo un estado de efervescencia participativa tanto en escuelas secundarias como en la universidad. En las primeras se advertía la presencia militante de los jóvenes de la Unión de Estudiantes Secundarios y de la Juventud Secundaria Peronista. En la Universidad estaba la Juventud Universitaria Peronista.
El golpe de 1976, como todos los golpes al servicio de las clases dominantes y el imperialismo, tuvo como uno de sus objetivos neutralizar, destruir a los movimientos estudiantiles que se habían multiplicado a partir de aquella fecha. Comenzó entonces, una persecución feroz, desaparición y asesinato de jóvenes que contradecían, para los represores, los contenidos del llamado "Proceso de Reorganización Nacional". La dictadura no necesitaba una juventud contestataria, combativa, ilusionada con un mundo mejor. Por el contrario, requería que ésta fuera diezmada y despojada de su conciencia nacional.
Toda esa juventud que había crecido con la experiencia del Cordobazo, las luchas previas al `73 y las que se desarrollaron despues de la victoria camporista y hasta el `75 debía ser combatida con saña y para eso la dictadura los estigmatizó convirtiéndola en una suerte de enemigo público, "subversivos reales o potenciales".
Esta calificación arbitraria de los genocidas le allanó el camino para ejercer una ominosa represión en esa franja etaria que se extendió no sólo a los estudiantes, sino también a jóvenes dirigentes obreros y de otros sectores de la actividad nacional.
Entonces, llama poderosamente la atención los intentos de la derecha macrista de promover la delación frente a lo que llama "intromisión política" en las escuelas, luego que propusiera, afortunadamente sin éxito, que fueran denunciados a la policía los jóvenes que habían tomado escuelas.
Esta postura autoritaria y reaccionaria es compartida por otros espacios políticos que ven en los jóvenes una amenaza potencial para sus ansias de perpetuación. No hay que tener miedo a la participación de estos muchachos/as porque en ellos está el futuro y la posibilidad de que este modelo se perpetúe en el tiempo. El peronismo siempre se nutrió de sangre joven, aunque hubo quienes, desde el movimiento, estigmatizó a la juventud y contribuyó a que fuera perseguida.
Pero ahora los tiempos son otros. La certeza de que la política es la herramienta para mejorar nuestra calidad de vida ha sido asumida por miles de jóvenes y en particular desde el 2003.
Es cierto, hay jóvenes que no están interesados en la política, tal vez descreen de ella, son permeables al discurso dominante, pero mientras haya uno que quiera participar vale la pena abrirle la puerta de par en par para que lo haga.
Ese UNO podría llegar a ser el futuro presidente/a de la Nación.--

No hay comentarios:

Publicar un comentario