domingo, 16 de septiembre de 2012

16 de setiembre de 1955



EL PERONISMO ES DERROCADO
POR UN GOLPE MILITAR


En setiembre de 1955 se produjo el golpe, autodenominado "Revolución Libertadora", que derrocó al gobierno constitucional del Gral. Perón.
Finalizó así, por la fuerza, un período en cuyo primer tramo se lograron conquistas sociales que aún hoy son valoradas y empezó otro en el que la persecución, la muerte, la proscripción del peronismo fueron sistemáticamente impuestas por las FF.AA. aún en períodos de gobiernos electos.




El golpe del 16 de setiembre de 1955 puso fin al segundo gobierno constitucional del Gral. Juan Perón y marcó el comienzo de un largo período proscriptivo del mayor movimiento de masas de la Argentina del siglo pasado. Fueron 18 años --hasta el retorno del líder justicialista en 1972-- en los que el peronismo fue perseguido, fusilado, proscripto, sus símbolos prohibidos como un intento –que resultó infructuoso-- para borrar de la memoria colectiva la gestión iniciada por Perón en 1946 con el aporte incomparable de la compañera Evita.
Pero ese golpe no se produjo de un día para el otro. Reconoce antecedentes en la reforma constitucional de 1949 que fijó nuevas atribuciones para que el Estado pudiera intervenir en la economía y en el rechazo que produjo en 1951 --fundamentalmente del Ejército—la posibilidad de que Evita acompañara a Perón en la fórmula para las presidenciales del año siguiente.
En setiembre del `51, el general Benjamín Menéndez se sublevó contra el gobierno peronista con el respaldo de sectores conservadores de ese arma y de algunos grupos civiles. Ya se sabía que Evita había declinado la postulación a la vicepresidencia pero ello no calmó los ánimos golpistas.
El intento de golpe tuvo su epicentro en Campo de Mayo, pero terminó en fracaso estrepitoso, al no conseguir apoyos sustanciales dentro del Ejército. El mismo 28 de septiembre, Perón declaró el estado de guerra interno, y dijo que "todo militar que no se subordine o se subleve contra las autoridades o participe en movimientos tendientes a derrocarlas o desconocerlas, será fusilado inmediatamente", al tiempo que la CGT convocaba a la huelga general y la movilización. Aún así, y pese a la insistencia de Eva Perón y sectores combativos dentro de  peronismo, ninguno de los sublevados fue fusilado.
Pero en la medida que aumentaba el respaldo popular a Perón, la conspiración militar no perdía vigor.
Perón triunfó en las elecciones de 1951 con el 62.49% de los votos. El golpe de los sectores reaccionarios se reavivó en 1954 cuando Perón enfrentó a la Iglesia a partir de la derogación de la enseñanza religiosa en las escuelas, la aprobación de la ley de divorcio, la anulación de la mayoría de los feriados por razones religiosas y el llamado a una Convención constituyente para separar a la iglesia del Estado. Estas medidas irritaron a los sectores católicos que se unieron a las fuerzas golpistas que estaban promoviendo el golpe.
La asonada de setiembre iba a tener una instancia previa que constituyó una brutal masacre contra un pueblo indefenso. El 16 de junio de 1955 se produjo un levantamiento militar en el que la Aviación Naval bombardeó Buenos Aires causando 364 muertos (algunas versiones elevan esa cifra a 500) y un millar de heridos. Perón se refugió en uno de sus bunkers, en los subsuelos de la sede del Ejército dejando el manejo de la situación a su Ministro de Guerra Franklin Lucero.
Se combatió por aire, mar y tierra. Aviones de la Marina se enfrentaron a los de la Fuerza Aérea y atacaron a unidades del ejército que convergían sobre el epicentro de la ciudad. Los puntos bombardeados fueron la Casa de Gobierno, los alrededores de Plaza de Mayo, el Ministerio de Guerra, el Departamento Central de Policía, la zona aledaña a la Residencia presidencial, en la zona norte del Gran Buenos Aires en el barrio de Olivos y otros sectores de la ciudad.
Aviones de la Marina fueron derribados, uno de ellos sobre el Río de la Plata y otro en la localidad de Tristán Suárez y el Regimiento de Granaderos a Caballo y cuerpos del Ejército, con el Regimiento Motorizado Buenos Aires a la cabeza, lograron rechazar el ataque de la Infantería de Marina sobre la Casa de Gobierno y rendir al Ministerio de Marina, donde se había concentrado el alto mando rebelde, cuyo jefe, el contralmirante Benjamín Gargiulo, al ver fracasada la asonada, se suicidó.

Pero en setiembre de ese año, se consumó el derrocamiento del gobierno peronista. En una primera etapa asumió el gral. Eduardo Lonardi que proclamó que "no había ni vencedores ni vencidos", frase que irritó al sector más reaccionario de las FF.AA. que lo desplazó del cargo.
Entonces, se produjo la asunción del gral. Pedro Aramburu y del almirante Isaac Rojas, presidente y vice, respectivamente, que promovieron el famoso decreto 4161 que prohibía toda mención a Perón y a Evita y a los símbolos partidarios, incluída la célebre marcha Los Muchachos Peronistas. Se iniciaba un largo período proscriptivo, que estuvo jalonado por la violenta represión a sectores gremiales y políticos ligados al peronismo y a sectores progresistas que se oponían terminantemente a estos gobiernos de facto.
Nada quedó en pie. El ensañamiento de los dictadores fue tal que la Fundación Eva Perón fue arrasada con la intención de borrar todo vestigio de la obra social que encaró la Abanderada de los Humildes.
Ni hablemos del cadáver de Evita, secuestrado, vejado y luego llevado a Italia donde fue sepultado con un nombre ficticio.
En 1956, el general Juan José Valle, junto a militares y civiles, encabezó un movimiento que apuntaba a restituir a Perón en su legítima función. Pero todo terminó y los jefes de ese intento fueron fusilados por orden de Aramburu.
Este acontecimiento dio lugar a uno de los libros de investigación más completos que se hayan escrito: Operación Masacre, de Rodolfo Walsh.
Pero esto es otra historia. --  


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