De
acuerdo con la muy extravagante interpretación del director del diario La
Verdad, Omar Bello los actos de los que participa la presidenta Cristina
Fernández son parte de una estructura comunicacional deliberada.
"Todo
está escrito en un "guión": desde los vecinos espontáneos hasta las
pausas para los cánticos, nada queda librado al azar", dice el periodista
en su nota.
Y
este "esquema" a cuál se parece? Adivinó, "al de Chávez (quien lo importó
de Cuba)", agrega.
En
estas cuestiones comunicacionales "no hay margen para la naturalidad (...)
Con sus encuentros prefabricados, como salidos de una línea de producción en
serie, el kirchnerismo logró un objetivo muy arriesgado pero interesante:
mientras ella le habla al pueblo siempre dentro de una escenario similar y
utilizando idénticos códigos, la oposición no hace más que pedir
"diálogo"; es decir, Cristina se comunica con las masas y los demás
intentan comunicarse con ella. Si hablamos de marketing puro, la viuda de Néstor
les tendió una trampa de la que les resulta difícil salir", sostiene
Bello.
La
nota no termina aquí, pero es interesante debatir sobre un punto central que es
propio del peronismo: la comunicación de su líder con el pueblo.
Perón
y Evita lo hacían con mucha asiduidad y la participación popular era
verdaderamente contundente. Ambos sabían utilizar el recurso dialéctico, cada
uno con su estilo, proponiendo una comunicación directa con las masas
peronistas.
Néstor
Kirchner primero y ahora Cristina siguen ese mismo camino: la conexión sin
intermediarios con el pueblo.
Pero
a juicio de Bello todo esto forma parte de un "armado" donde nada es
espontáneo. Los "vecinos" vivan a la presidenta cuando lo tienen que
hacer y cantan cuando se les indica. No hay nada que se salga de un supuesto
libreto.
En
consecuencia, cuando Ud. vea un acto del oficialismo donde esté Cristina,
observará que esos "vecinos" están prolijamente dispuestos con sus
banderas, que serán inducidos a gritar sus consignas, que las pausas --cual
tandas publicitarias-- se ubicarán estratégicamente en medio de la oratoria
presidencial.
No
hay ninguna actitud voluntaria; no existe esa característica propia de los
movilizaciones peronistas que son desbordantes, gritonas, que plantean esa
suerte de diálogo con su líder.
En
uno de las últimas convocatorias realizadas por el gral. Perón en la plaza de
Mayo la multitud allí reunida le gritaba: "que pasa, que pasa general que
está lleno de gorilas el gobierno popular". Era la síntesis de un reclamo
extendido en el peronismo que se manifestó con una franqueza brutal. Y en el
palco estaba Perón.
O
yendo más atrás en el tiempo, recordemos aquel "cabildo abierto" en
la 9 de Julio donde el pueblo le pedía a Evita que aceptara el cargo de
vicepresidenta, estableciéndose un ida y vuelta entre esa enorme mujer y
aquella multitud que la quería ver en ese cargo.
Y
que fue el 17 de octubre del `45 sino el reencuentro del pueblo con el líder
justicialista? Estuvo preparado? Quién le dijo a los miles de trabajadores que
fueran corriendo a la plaza a pedir por la libertad del general.?
Estos
ejemplos son acabadas muestras de que las movilizaciones peronistas no están
regimentadas, no responden a patrones fijos. Exhiben esa saludable disposición
para que la relación entre el líder y el pueblo sea franca, abierta.
Pasa
igual ahora. Cuando habla Cristina se la escucha y las irrupciones tienen el
virtuosismo de incluir consignas que ratifican una pertenencia.--
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