ACTO DE SEDICIÓN
Por Luis Gramuglia
La protesta de los gendarmes y prefectos fue un
claro acto de sedición. No tratemos este tipo de conflictos apelando a
eufemismos para intentar encubrir una situación que afecta a la democracia.
Cuando el jefe
de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina anunció que se iba a pagar la deuda
surgida de una mala liquidación salarial y que se iba a analizar en el
transcurso de un mes este problema, ahí, en ese momento, quienes estaban
reclamando debían inmediatamente deponer su actitud.
Sin embargo,
ampliaron el pliego de demandas convocando a otras fuerzas como la bonaerense a
sumarse al tumulto frente a los edificios Centinela y Guardacostas.
Este no puede
ser interpretado como un hecho aislado, "espontáneo" como suele
calificarse a cualquier otro que protagonizan sectores claramente
destituyentes.
Ocurre que hay
quienes ESTÁN TIRANDO DEMASIADO DE LA CUERDA, generando convulsiones de esta
magnitud que generan preocupación, zozobra en la población.
Que fuerzas de seguridad salgan a la calle a reclamar de viva voz por el
pago incorrecto de salarios que estaba subsanado al mediodía con el compromiso
que tomó Abal Medina, es un episodio no menor, inquietante
porque se trata de personal cuya misión es cuidar las fronteras y también la
seguridad pública y porque están UNIFORMADOS Y ESTÁN ARMADOS, con lo
que esto implica para el imaginario colectivo.
Trae
evocaciones desgraciadas para los argentinos porque en democracia hubo
sublevaciones militares que intentaron marcar una presencia ominosa.
Cuando decimos
que se está tirando demasiado de la cuerda, no podemos dejar de mencionar la
marcha de los caceroleros, preñada de odio de clase convocada desde las redes
sociales por militantes del PRO, el ruralismo agrupado en la Sociedad Rural
Argentina, personeros de la derecha peronista y familiares de los represores a
quienes llaman "presos políticos, todos estos azuzados claramente por un
periodismo golpista que se autodefine como "independiente" y cuyos
voceros son Lanata, Bonelli, Alfano, Eliaschev, Castro, Morales Solá, Blanck,
van der Kooy, Leuco, Pagni, entre otros.
Frente a esto,
la presidenta Cristina Fernández nos ha pedido que tengamos calma, que no
respondamos a las agresiones ni a las provocaciones, que continuemos profundizando
este modelo de participación popular.
Para adelante, conviene tener presente este episodio, no dejarlo pasar
alegremente. El gobierno democrático debe sancionar a los responsables de la
maniobra urdida para generar esta situación de caos y desorden.
Hay quienes
afirmaron que el reclamo es justo. Sin embargo, se ha cuestionado la forma, tan
brutal, tan desmedida la reacción de esas fuerzas de seguridad que parece
querer desafiar el orden democrático. Recuperarla costó demasiada sangre,
demasiado dolor como para pederla por cuestiones que son meramente
administrativas.
Hubo una
saludable reacción de fuerzas políticas democráticas repudiando el modo en que
se planteó esta reivindicación. Llama la atención el comportamiento dual de la
UCR: en Diputados aprobó el documento de rechazo, mientras que en el Senado se
abstuvo como si fueran dos partidos distintos.
En las fuerzas
armadas y de seguridad existe una cadena de mandos, un principio de
verticalidad, de disciplina que cuando se rompe se produce un descalabro como
el que estamos observando.
La gran mayoría
del pueblo argentino rechaza este claro intento de provocar al gobierno
nacional y popular.---
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