“MANUAL DE ESTILO" DE
LOS CACEROLEROS
Esta vez el
mentado 8N no tiene nada de espontáneo. Los voceros de los caceroleros no
podrán decir que la marcha prevista para ese día no está siendo minuciosamente
organizada.
La vez pasada
quisieron que todos creyéramos que la gente que se reunió en la plaza de Mayo
lo había hecho sin ninguna convocatoria previa, como si todos hubieran recibido
un mensaje del más allá para encontrarse en un determinado lugar a la misma
hora.
Ahora, el acto
opositor al gobierno está siendo planeado hasta en sus mínimos detalles.
En principio,
los asistentes deberán usar pantalones oscuros y remeras blancas. Todos bien
uniformados. Nada de ropas ostentosas o ir vestidos por reconocidos
diseñadores. Ni mujeres luciendo tapados de piel. Recomiendan ir con calzado
liviano, por si al gobierno se le ocurre reprimir y tengan que salir a las
disparadas. Nada de exhicionismo que pueda herir la sensibilidad de aquellos
que menos tienen. Al fin de cuentas, no se trata de un desfile de modas sino de
una movilización para expresar rechazo a las políticas gubernamentales.
Tampoco deberán
manifestar consignas agraviantes, injuriosas. Nada de hablar de la
"yegua" ni de desearle la muerte a viva voz (no les está vedado
pensarlo). Se trata de gente educada, respetuosa del pensamiento del otro, que
no se desborda. Odio tienen los peronistas; ellos son equilibrados. Solo
protestan y la protesta no puede estar penalizada.
Les está
permitido llevar pancartas denunciando las supuestas atrocidades que comete el
gobierno. Podrán saltar, bailar, gritar pero siempre dentro de un marco de
tolerancia, sin exabruptos.
La última
recomendación es: no hablar con la prensa. Porque si les ponen un micrófono
adelante pueden salir palabras inconvenientes y eso no está bien, porque se
trata de GENTE BIEN, recordemos esto. Como esto fue lo que pasó en la anterior
movilización no quieren que se repita el error.
Si ven a un
periodista de la TV pública, de Duro de Domar o de 678 o de algún otro medio
que consideren es "oficialista" deberán señalarles que no van a
hablar, pero nada de golpearlos, ni empujarlos ni insultarlos.
Además, no
quieren que haya dirigentes de partidos políticos. La política es la causante
de todos los males, entonces hay que repudiarla. Ellos son apolíticos; la
política es para quienes quieren llenarse los bolsillos o propiciar planes
sociales o adoptar medidas de inclusión. Ellos muestran empatía con el libre
mercado y un Estado indiferente, pequeño, bobo si es posible.
La verdad que
esta especie de "manual de estilo" para marchar es inédito. Marcos
Aguinis, ese intelectual de la derecha reaccionaria, que comparó las
movilizaciones de la Tupac Amaru con las juventudes hitlerianas podría hacer
una analogía parecida.
Todos con
uniformes, reclamos parecidos, no hablar con la prensa. Todo demasiado armado.
Lo que antes tenía ese aire de estudiantina ahora parece estar más relacionado
con una muchedumbre militarizada.
De todos modos,
está bien que la GENTE BIEN se enoje, salte, grite, que algunos, en el colmo de
la exasperación, pidan que se vaya la presidenta o añoren a la dictadura. Hay
que comprenderlos. Están enojados y el enojo a veces hace que digamos cosas
que, en realidad, no pensamos.
Los medios
dominantes plantean toda esta movida como si se tratara de la toma de la
Bastilla, de un episodio que modificará a fondo el curso de los
acontecimientos. La sociedad se está expresando y hay que escucharla. Quienes
vayan a la marcha son LA SOCIEDAD, son quienes tienen sentido común y no los
mueve otro interés que defender a la República, a sus instituciones y a las
libertades que imaginan en riesgo.
Pero, mal que
les pese, al día siguiente el sol seguirá saliendo por el este, la presidenta
continuará conduciendo los destinos del país y aquellos que sueñan con cambios
extraños deberán aceptar que no podrán imponer las reglas de juego.
Estas reglas ya
han sido puestas por una mayoría contundente el año pasado y este gobierno
--aunque resulte ocioso señalarlo-- tiene mandato hasta el 10 de diciembre de
2015 y lo VA A CUMPLIR porque así funciona el sistema.
Quienes vayan a
esa concentración tendrán que pensar --aunque no les guste-- que deberán formar
un partido, elegir un candidato e ir a elecciones. Si ganan, tendrán la
oportunidad de llevar adelante su plan de gobierno. No hay otro modo, aunque
imaginen alquimias que el pueblo democrático no ha de tolerar.
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