LA INCIDENCIA DE LOS
FORMADORES DE PRECIOS
EN EL SIGUIENTE ARTÍCULO DAMOS UNA PRIMERA MIRADA AL
TEMA DEL AUMENTO DE PRECIOS Y DE LAS EMPRESAS QUE LOS FORMAN. ESPECIALISTAS Y
ECONOMISTAS CONSULTADOS POR EL DIARIO "TIEMPO ARGENTINO" Y UN
COMPLETO INFORME DEL PERIODISTA FERNANDO KRAKOWIAK NOS PERMITEN UNA
APROXIMACIÓN A ESTE CONTROVERTIDO ASUNTO.
La inflación de la que tanto se habla es un problema que no responde a una sola causal. Se trata de un fenómeno que atraviesa históricamente a los argentinos y que por lo tanto genera encendidos debates tanto en niveles académicos como en el ciudadano común.
Si bien es
cierto que la recuperación de la macroeconomía por parte del Estado -a partir
del desendeudamiento externo y el alto nivel de reservas- evitó un proceso de
espirilización como sucedió en las décadas del setenta y ochenta, la vigencia
de un alza permanente de precios provoca una erosión en el poder adquisitivo de
los asalariados. Desde la ortodoxia económica, los motivos que explican este
fenómeno son siempre los mismos: una exagerada emisión monetaria y un
desmedido aumento de los salarios. Sin embargo, desde estas perspectivas no
se soslaya el fenómeno que tiene que ver con la concentración en algunos
sectores de la economía que les permite convertirse en formadores de precios y
por lo tanto quedarse con "la parte del león" de toda la cadena.
El alimentario es uno de los sectores en los que se dan las subas más significativas de precios y al que justamente más destina sus ingresos las clases populares. Precisamente, en este rubro es donde existe una fuerte concentración en ciertos eslabones de la cadena de producción y fundamentalmente en la de comercialización. Por ejemplo, las seis principales cadenas de supermercados e hipermercados manejan el 89% de las ventas de los productos alimenticios. Se trata de un fenomenal proceso de concentración si se tiene en cuenta que a fines de la década del ’80 su participación era del 50%.
El alimentario es uno de los sectores en los que se dan las subas más significativas de precios y al que justamente más destina sus ingresos las clases populares. Precisamente, en este rubro es donde existe una fuerte concentración en ciertos eslabones de la cadena de producción y fundamentalmente en la de comercialización. Por ejemplo, las seis principales cadenas de supermercados e hipermercados manejan el 89% de las ventas de los productos alimenticios. Se trata de un fenomenal proceso de concentración si se tiene en cuenta que a fines de la década del ’80 su participación era del 50%.
Los datos del
Indec son contundentes: la francesa Carrefour posee el 29% del mercado; le
sigue el grupo chileno Cencosud (Jumbo) con el 21%; en tercer lugar figura
Coto con el 20%; cuarto aparece la francesa Casino (supermercado Libertad) con
el 7%; lo mismo que La Anónima y sexta se ubica la estadounidense Wal Mart con
el 5% de participación en el mercado.
En tanto, economistas y especialistas consultados por el diario "Tiempo Argentino" explicaron cuales son los principales formadores de precios del país que son quienes manejan los precios, producen inflación e intentan apoderarse de los excedente de la economía, siendo responsables de los aumentos.
En tanto, economistas y especialistas consultados por el diario "Tiempo Argentino" explicaron cuales son los principales formadores de precios del país que son quienes manejan los precios, producen inflación e intentan apoderarse de los excedente de la economía, siendo responsables de los aumentos.
La alta
concentración económica en sectores clave del proceso productivo genera una
puja distributiva que favorece a los actores más fuertes en desmedro de los más
vulnerables, quienes son despojados del excedente financiero.
Hay rubros de la economía, cuyo consumo atraviesa a todos los sectores sociales, que están en pocas manos dejando al resto de las empresas sin posibilidades de competir. Cualquier modificación en estos actores repercute en toda la cadena de valores. Más graves aun son los acuerdos que, por lo bajo, se establecen entre estas empresas con posiciones dominantes con el fin de no invertir para mantener una baja producción y aumentar sus ganancias sin riesgo alguno. Así se imponen precios que no tienen relación con los costos de producción sino con la especulación de exprimir hasta el último centavo del asalariado. En este juego tampoco faltan las trampas y extorsiones para quedarse con el negocio.
El investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Martín Schorr, explicó que "hay una relación muy estrecha entre la concentración de los mercados, que se acentuó mucho en los últimos años, y la inflación".
Hay rubros de la economía, cuyo consumo atraviesa a todos los sectores sociales, que están en pocas manos dejando al resto de las empresas sin posibilidades de competir. Cualquier modificación en estos actores repercute en toda la cadena de valores. Más graves aun son los acuerdos que, por lo bajo, se establecen entre estas empresas con posiciones dominantes con el fin de no invertir para mantener una baja producción y aumentar sus ganancias sin riesgo alguno. Así se imponen precios que no tienen relación con los costos de producción sino con la especulación de exprimir hasta el último centavo del asalariado. En este juego tampoco faltan las trampas y extorsiones para quedarse con el negocio.
El investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Martín Schorr, explicó que "hay una relación muy estrecha entre la concentración de los mercados, que se acentuó mucho en los últimos años, y la inflación".
Destacó como
centrales a los insumos básicos como el acero, petróleo y sus derivados, la
agroindustria, industrias químicas y la celulosa. "Generalmente están
ligados a capital extranjero o son actores locales muy transnacionalizados",
agregó. "Los insumos intermedios que son utilizados por todas las
industrias erosionan la rentabilidad de la producción final. Por ejemplo, en
los bienes de capital, un sector con mucha presencia de pymes, el principal
problema fue el costo del acero", explicó Schorr. Este mercado está
prácticamente monopolizado por Siderar.
Casi la mitad de la producción del hierro y el cemento está concentrada en dos empresas: Acindar y Loma Negra (hoy en manos del grupo brasileño Camargo Correa), respectivamente. Ambos materiales son imprescindibles para la construcción. El investigador de FLACSO afirmó que "la suba de precios de este sector fue muy superior a la de otros rubros industriales, es decir que captaron renta diferencial, los excedentes. El epicentro de estos aumentos no fueron las empresas constructoras, sino los precios ligados a firmas tan concentradas."
El caso de Arcor es emblemático en la agroindustria nacional. Hoy tiene bajo su imperio decenas de empresas que la posicionaron como la principal productora mundial de caramelos y, en infinita expansión, acapara espacios privilegiados en el mercado de las golosinas, galletas, helados, chocolates y alimentos. Produce sus principales insumos: fructuosa y glucosa (ingenios de azúcar en Tucumán), trozos de maíz, harina, sémola, leche (posee 2900 vacas) y hasta fabrica el cartón corrugado para sus envases, convirtiéndose en el principal productor de este material en el país.
Sin controles ni competidores acordes a estas megaempresas, una sola modificación en la cadena de valores terminaría afectando a un sinfín de variables.
El economista Carlos Heller, dirigente de Nuevo Encuentro, resumió: "El dato que incidió fuertemente en el aumento de alimentos fue la Asignación Universal por Hijo, que le dio capacidad de consumo a un sector que vuelca absolutamente todo lo que recibe a artículos de primera necesidad." Y justificó: "Se observa perfectamente cómo la puja distributiva hace que los formadores de precios se apropien de parte de ese beneficio."
Heller argumentó que el Estado "recauda impuestos y transfiere a los sectores más débiles pero vía aumento de precios, la economía concentrada recupera parte de ese ingreso".
Por otra parte, un trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, encabezado por el coordinador académico del Plan Fénix, Alberto Müller, planteó el escenario de una de las industrias más concentradas: la producción petroquímica, aglomerada principalmente en cuatro polos con el 70% de la capacidad total (Bahía Blanca, Ensenada, Campana y San Lorenzo-San Martín). Müller explicó que tradicionalmente el Estado se hizo cargo de estos emprendimientos que si bien son costosos, "tienen muy buena rentabilidad". Los principales grupos económicos que se reparten esta torta son seis: Dow Química Argentina SA, ICI Argentina SAIC, Atanor SCA, Repsol - YPF SA, Petrobras Energía SA y Solvay Idupa SAIC.
"Las empresas sostienen que no forman precios sino que se manejan con excedentes", detalló Müller, al tiempo que ironizó: "A veces es raro cómo se comportan, porque importan y exportan el mismo producto."
Casi la mitad de la producción del hierro y el cemento está concentrada en dos empresas: Acindar y Loma Negra (hoy en manos del grupo brasileño Camargo Correa), respectivamente. Ambos materiales son imprescindibles para la construcción. El investigador de FLACSO afirmó que "la suba de precios de este sector fue muy superior a la de otros rubros industriales, es decir que captaron renta diferencial, los excedentes. El epicentro de estos aumentos no fueron las empresas constructoras, sino los precios ligados a firmas tan concentradas."
El caso de Arcor es emblemático en la agroindustria nacional. Hoy tiene bajo su imperio decenas de empresas que la posicionaron como la principal productora mundial de caramelos y, en infinita expansión, acapara espacios privilegiados en el mercado de las golosinas, galletas, helados, chocolates y alimentos. Produce sus principales insumos: fructuosa y glucosa (ingenios de azúcar en Tucumán), trozos de maíz, harina, sémola, leche (posee 2900 vacas) y hasta fabrica el cartón corrugado para sus envases, convirtiéndose en el principal productor de este material en el país.
Sin controles ni competidores acordes a estas megaempresas, una sola modificación en la cadena de valores terminaría afectando a un sinfín de variables.
El economista Carlos Heller, dirigente de Nuevo Encuentro, resumió: "El dato que incidió fuertemente en el aumento de alimentos fue la Asignación Universal por Hijo, que le dio capacidad de consumo a un sector que vuelca absolutamente todo lo que recibe a artículos de primera necesidad." Y justificó: "Se observa perfectamente cómo la puja distributiva hace que los formadores de precios se apropien de parte de ese beneficio."
Heller argumentó que el Estado "recauda impuestos y transfiere a los sectores más débiles pero vía aumento de precios, la economía concentrada recupera parte de ese ingreso".
Por otra parte, un trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, encabezado por el coordinador académico del Plan Fénix, Alberto Müller, planteó el escenario de una de las industrias más concentradas: la producción petroquímica, aglomerada principalmente en cuatro polos con el 70% de la capacidad total (Bahía Blanca, Ensenada, Campana y San Lorenzo-San Martín). Müller explicó que tradicionalmente el Estado se hizo cargo de estos emprendimientos que si bien son costosos, "tienen muy buena rentabilidad". Los principales grupos económicos que se reparten esta torta son seis: Dow Química Argentina SA, ICI Argentina SAIC, Atanor SCA, Repsol - YPF SA, Petrobras Energía SA y Solvay Idupa SAIC.
"Las empresas sostienen que no forman precios sino que se manejan con excedentes", detalló Müller, al tiempo que ironizó: "A veces es raro cómo se comportan, porque importan y exportan el mismo producto."
El especialista
reveló cómo se reparten el mercado: "Las administradoras de gases, por
ejemplo, tienen un instituto donde se juntan para ver qué va a producir cada
una." El docente aclaró que esto sucede en todo el mundo y reconoció que
son pocos competidores como para pelearse. Los datos despejan dudas: sobre
un total de 107 productos que derivan de la petroquímica, sólo 13 son
elaborados por más de dos empresas.
Los hipermercados también tienen fuerte incidencia en los precios y cuentan con el privilegio de ser el último eslabón para los consumidores. La concentración es excesiva: Cencosud (Jumbo, Disco, Supervea, Easy y varios centros comerciales); Carrefour (Norte y Día); y Coto. Vicente Lourenzo, vocero de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), indicó que sus "conductas influyen a la hora de evaluar la conformación de un ajuste de precios". El empresario recalcó la importancia de los supermercadistas chinos que "le han quitado una porción muy importante del mercado a los híper y están actuando como reguladores de precios".
Pedro Busetti, titular de Defensa de Usuarios y Consumidores (DEUCO) adhirió a la teoría de la avanzada asiática como un nuevo competidor. "Los hipermercados llegaron a centralizar el 60% de la venta de alimentos, hoy es del 40%." Muchas de estas grandes cadenas fueron denunciadas por presionar a los proveedores para que les vendieran más barato o pagarle con varios meses de retraso.
En otro orden, el representante de CAME se desentendió sobre las acusaciones de generar inflación que pesan sobre los comerciantes: "Lo único que hacemos es trasladar costos, porque si el inmediato anterior a nosotros aumenta ya que, a su vez, el anterior aumentó y así sucesivamente... generaríamos un ajuste de precios para no obtener rentabilidad nula." Además, Lourenzo sostuvo que "el único sector de la cadena que puede dar un aumento sin razones son los formadores de precios, aquellos proveedores o importadores de la materia prima que tienen cierta independencia o potestad para fijar valores".
Las asociaciones de consumidores destacan el poder que tiene el usuario "a través de presentaciones judiciales o dejando de comprar ciertos productos para no convalidar estas prácticas. El cliente puede generar cierto equilibrio", advirtió Pablo Chamatrópolus, presidente de Asociación Ciudadana y concejal de San Isidro.
La herramienta de la movilización ciudadana es considerada por algunos, como José Sbatella, titular de la Unidad de Información Financiera (estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia), quien indicó que "la movilización ciudadana es un mecanismo útil y se vislumbró (en el 2005) con Shell" cuando los precios de las naftas se disparaban. El funcionario agregó que la concentración económica debe ser regulada, "está mal visto que el poder político controle los precios pero tiene que haber institutos que sigan el mercado, fijen la distribución territorial y pongan precios acordes a la tasa de costos".
Los acuerdos de precios con el gobierno parecen un parche más que una solución definitiva y deberían aplicarse en casos especiales porque puede tener efectos no deseados. Según Martín Schorr, "si bien logran contener la inflación, puede ser peligroso. En la industria láctea, por ejemplo, se cierra con Mastellone (La Serenísima - Danone) que traslada el ajuste a sus proveedores. Terminan perdiendo los pequeños tamberos, con lo cual hay cierto incentivo para que Mastellone los termine comprando."
Los hipermercados también tienen fuerte incidencia en los precios y cuentan con el privilegio de ser el último eslabón para los consumidores. La concentración es excesiva: Cencosud (Jumbo, Disco, Supervea, Easy y varios centros comerciales); Carrefour (Norte y Día); y Coto. Vicente Lourenzo, vocero de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), indicó que sus "conductas influyen a la hora de evaluar la conformación de un ajuste de precios". El empresario recalcó la importancia de los supermercadistas chinos que "le han quitado una porción muy importante del mercado a los híper y están actuando como reguladores de precios".
Pedro Busetti, titular de Defensa de Usuarios y Consumidores (DEUCO) adhirió a la teoría de la avanzada asiática como un nuevo competidor. "Los hipermercados llegaron a centralizar el 60% de la venta de alimentos, hoy es del 40%." Muchas de estas grandes cadenas fueron denunciadas por presionar a los proveedores para que les vendieran más barato o pagarle con varios meses de retraso.
En otro orden, el representante de CAME se desentendió sobre las acusaciones de generar inflación que pesan sobre los comerciantes: "Lo único que hacemos es trasladar costos, porque si el inmediato anterior a nosotros aumenta ya que, a su vez, el anterior aumentó y así sucesivamente... generaríamos un ajuste de precios para no obtener rentabilidad nula." Además, Lourenzo sostuvo que "el único sector de la cadena que puede dar un aumento sin razones son los formadores de precios, aquellos proveedores o importadores de la materia prima que tienen cierta independencia o potestad para fijar valores".
Las asociaciones de consumidores destacan el poder que tiene el usuario "a través de presentaciones judiciales o dejando de comprar ciertos productos para no convalidar estas prácticas. El cliente puede generar cierto equilibrio", advirtió Pablo Chamatrópolus, presidente de Asociación Ciudadana y concejal de San Isidro.
La herramienta de la movilización ciudadana es considerada por algunos, como José Sbatella, titular de la Unidad de Información Financiera (estuvo a cargo de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia), quien indicó que "la movilización ciudadana es un mecanismo útil y se vislumbró (en el 2005) con Shell" cuando los precios de las naftas se disparaban. El funcionario agregó que la concentración económica debe ser regulada, "está mal visto que el poder político controle los precios pero tiene que haber institutos que sigan el mercado, fijen la distribución territorial y pongan precios acordes a la tasa de costos".
Los acuerdos de precios con el gobierno parecen un parche más que una solución definitiva y deberían aplicarse en casos especiales porque puede tener efectos no deseados. Según Martín Schorr, "si bien logran contener la inflación, puede ser peligroso. En la industria láctea, por ejemplo, se cierra con Mastellone (La Serenísima - Danone) que traslada el ajuste a sus proveedores. Terminan perdiendo los pequeños tamberos, con lo cual hay cierto incentivo para que Mastellone los termine comprando."
Así las cosas, una investigación realizada por el equipo de colaboradores del economista y el diputado nacional, Claudio Lozano, da cuenta de que una élite de 200 empresas se quedaron con el 31,6% del PBI en 1997, 51,3% en 2005 y 56,1% en 2007. Durante estos años, la cúpula de estas empresas a veces sólo cambió de manos, pero la tendencia continúa siendo la fusión y concentración. Y no parece revertirse.<
Por su parte,
el periodista especializado en economía, Fernando Krakowiak plante que el
fantasma de la inflación que atemoriza al Gobierno tiene entre sus causas la
existencia de mercados dominados por un puñado de empresas formadoras de
precios. El acelerado proceso de concentración y transnacionalización de la
década del 90, combinado con las políticas de desregulación, redujo la competencia
dejando uno o dos jugadores hegemónicos en sectores clave como la producción
de alimentos e insumos de uso difundido (plástico, aluminio, acero, vidrio,
papel y cartón). Para el Gobierno la concentración empresaria suele ser un
arma de doble filo. Para lograr acuerdos consensuados de precios es mejor
tener pocos y poderosos interlocutores que puedan hacerlos cumplir, pero si
los acuerdos no llegan a concretarse o no se cumplen, esos mismos
interlocutores pueden poner en jaque la estabilidad rápidamente, como sucedió
en los últimos meses. En los mercados oligopólicos, la concientización
ciudadana bajo el lema "no le compre al que aumenta" tiene un
efecto relativo, pues las alternativas más económicas son pocas o ni siquiera
existen. Por eso algunos especialistas recomiendan una acción más activa por
parte del Estado a través de la Comisión Nacional de Defensa de la
Competencia, la modificación de aranceles y retenciones o incluso la
regulación de precios .
A
continuación se detallan algunos sectores dominados por pocos jugadores.
Lácteos.
En el país
operan 15.000 tambos, pero Mastellone (La Serenísima) concentra el 60 por
ciento de las ventas de leche fresca. Es un mercado con características oligopsónicas pasible de
conductas anticompetitivas. El mejor ejemplo de la relevancia que tiene La
Serenísima se observa en las negociaciones de estabilización de precios, ya
que para controlar el valor de la leche el Gobierno se limita a negociar con
Pascual Mastellone. En los últimos dos años logró hacerlo con éxito, pero
desde enero "Don Pascual" aumentó la leche 4,4 por ciento generando
preocupación en el Ministerio de Economía. En el caso de los quesos las subas
son exorbitantes, el kilo de quartirolo, por ejemplo, aumentó 17,3 por ciento
en el año y 177 por ciento desde la devaluación. En este mercado la
dispersión es mayor, pues las empresas líderes concentran poco más del 40 por
ciento. Las subas se explican por el aumento de las exportaciones (en los dos
primeros meses del año aumentaron 130 por ciento) y, según un informe de la
Secretaría de Agricultura, por la "excesiva remarcación que realizan los
minoristas".
Yerba mate.
Es un mercado
de características oligopólicas conformado por pocos molinos industriales
(tres concentran el 50 por ciento del mercado) y cerca de 18 mil productores
(el 95 por ciento minifundistas) atomizados y con escaso poder de
negociación. Durante los ‘90, la industria fijó los precios a voluntad
perjudicando al resto de la cadena. La sobreoferta de yerba hizo que el
precio de la materia prima cayera más de 50 por ciento, mientras en las
góndolas se mantenía inalterado. En 2001 los yerbateros recibían 6 centavos
por kilo, que luego se vendía a 2,30 pesos. Con la creación del Instituto
Nacional de la Yerba Mate, en febrero de 2002, los precios se regularon y en
la actualidad los productores cobran 31 centavos por kilo. La industria
absorbió parte de ese aumento y el resto lo fue trasladando a los
consumidores. En el último mes el paquete de 500 gramos aumentó 1,9 por
ciento y desde marzo de 2004 acumula una suba de 24,7 por ciento. Ahora los
productores reclaman 40 centavos por kilo, lo que podría elevar de nuevo el
precio. Los molinos que dominan el mercado son Las Marías (Taragüí, Unión, La
Merced y Mañanita), Molinos Río de la Plata (Nobleza Gaucha, Chamigo y Pico
de Oro) y Larangeira Mendes (Cruz de Malta).
Gaseosas.
Es un sector
altamente concentrado. A fines de los ‘90, las multinacionales Coca-Cola y
Pepsi (comercializada por Quilmes Industrial) controlaban el 80 por ciento
del mercado. Con el estallido de la crisis fueron perdiendo terreno frente a
gaseosas de bajo costo que llegaron a controlar el 29 por ciento de las
ventas, dejando a Coca con el 53 por ciento y a Pepsi con el 18. Sin embargo,
las estrategias desplegadas para llegar a los sectores empobrecidos (formatos
más económicos, envases más pequeños y segundas marcas) y, fundamentalmente,
la reactivación económica hicieron que las dos multinacionales líderes
recuperaran posiciones en un contexto donde los niveles de producción y
consumo ya son superiores al máximo histórico de 2001. Las gaseosas
aumentaron 4,7 por ciento en el año y acumulan una suba de 100 por ciento desde
la devaluación.
Azúcar.
En el país
operan 23 ingenios, pero cuatro controlan el 52,9 por ciento de la
producción: Ledesma (20,2 por ciento), Concepción (16), San Martín de Tabacal
(10,2), propiedad del grupo norteamericano Seaboard, y La Providencia (5,5),
de Arcor. De los despachos dirigidos al mercado interno, el 60 por ciento es
absorbido por las industrias (fundamentalmente embotelladoras de gaseosas) y
el 40 por ciento restante se consume en los hogares. El 98 por ciento de la
producción se extrae de Tucumán, Salta y Jujuy. En Tucumán, los ingenios se
abastecen sólo en un 10 por ciento con caña propia, existiendo cerca de
13.600 cañeros independientes que aportan el resto de la producción. En Salta
y Jujuy, el 70 por ciento de la producción surge de los cañaverales de las
empresas. Desde 1992, el sector está protegido por aranceles a la importación
que impiden la llegada de azúcar más barata de Brasil. El objetivo del
arancel era ganar tiempo para reconvertirse y ser más competitivo para
enfrentar la importación, pero la modernización e integración del sector ha
sido escasa. El azúcar aumentó 2,3 por ciento en el año y 125,4 por ciento
desde la devaluación.
Artículos de
tocador, cosmética y perfumería.
La diversidad
de productos del sector determina la conformación de una estructura
empresarial heterogénea en la que conviven pymes y grandes multinacionales.
Sin embargo, estas últimas ejercen un amplio dominio, sobre todo en artículos
de tocador, capilares, higiene descartable e higiene oral. Un informe
reciente del Centro de Estudios para la Producción detalla que en higiene
descartable Procter & Gamble (Pampers, Always), la norteamericana
Kimberly Clark (Huggies, Pulls Up, Days) y Johnson & Johnson (Carefree,
Siempre Libre y OB) controlan más del 50 por ciento de las ventas. En cremas
dentales, la norteamericana Colgate-Palmolive (Colgate, Odol y Kolinos),
Gillette-P&G (Oral B y Pro) y la angloholandesa Unilever (Close Up)
concentran el 85 por ciento. En hojas de afeitar, Gillette-P&G (Gillette
Mach 3, Sensor y Women Sensor), la francesa Bic (Bic Confort y Bic Twin) y
Shick suman cerca del 85 por ciento. Estos productos aumentaron 2,1 por
ciento en el año y 86,7 por ciento desde la devaluación.
Cigarrillos.
El 99 por
ciento del mercado es controlado por las multinacionales Phillip Morris
(Massalín Particulares), que acapara el 64 por ciento del total, y British
American Tobacco (Nobleza Piccardo) que acumula el 35 por ciento restante.
Ambas empresas explotan en conjunto 16 marcas entre las que se destacan, por
un lado, Marlboro y Phillip Morris, y por otro, Camel y Jockey. En los
últimos años crecieron las marcas económicas como Melbour (empresa Espert),
V8 (Coimexpor) y Neon (Goloteca), pero, por ahora, el porcentaje de mercado
que manejan es insignificante. Los cigarrillos aumentaron 7,2 por ciento en
el año.
Envases.
Los distintos
mercados están dominados por 1 o 2 empresas. En envases plásticos para
gaseosas (PET), el único productor local es Voridian (los norteamericanos
Eastman), que concentra el 50 por ciento de las ventas (el resto es
importado). La producción de botellas de aceite y agua mineral (PVC) es
controlada por el grupo belga Indupa Solvay (72 porciento del mercado y único
productor local). El tetra-brik y los envases para leche y yogures los
fabrica exclusivamente la compañía sueca TetraPack, y en envases de vidrio
Cattorini Hermanos controla el 50 por ciento. La consecuencia del oligopolio
se refleja en los precios, ya que desde la devaluación los envases de
alimentos y bebidas aumentaron hasta 294 por ciento. Como adelantó Página/12,
el Gobierno evalúa presentar una denuncia ante la Comisión Nacional de
Defensa de la Competencia por abuso de posición dominante.
Acero.
Acindar,
propiedad de la multinacional Belgo Mineira, controla más del 50 por ciento
de la producción de hierro redondo, pues Siderar, el otro gran productor de
acero, se especializa en laminados planos. El principal competidor es Aceros
Bragado (13 por ciento). Luego siguen Aceros Zapla, que concentra su
actividad en Salta y Jujuy, y Sipar Aceros (Grupo brasileño Gerdau). Las
barras de hierro redondo son un insumo central para la construcción y
encabezan el ranking de aumentos de precios del Indec al acumular un 287 por
ciento desde la devaluación. Entre las causas que explican la suba se destaca
el aumento del precio internacional del acero, ya que es un commodity que se
exporta. Sin embargo, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia
investiga posibles "prácticas anticompetitivas" que pudieran estar
ejerciendo presión sobre los precios.
Cemento.
Loma Negra
(Fortabat), Minetti (propiedad de la suiza Holcim) y Cementos Avellaneda
(consorcio español Molins/Uniland) controlan el 97 por ciento del mercado y
mantienen circuitos de comercialización diferenciados, con pocas zonas en las
que se plantea competencia por precios. La conformación oligopólica del
mercado es lo que permite subir los precios de acuerdo con el interés de las
empresas. Desde la devaluación, el cemento aumentó 168 por ciento, pese a que
la roca caliza que sirve de materia prima se extrae de las canteras
existentes en el país y la producción se destina casi exclusivamente al
mercado interno.
La
concentración de los mercados suele ser una consecuencia del desarrollo
capitalista. La presión que ejerce la competencia a nivel global es de tal
magnitud que en muchos casos las alianzas son la única alternativa no sólo
para crecer sino para no desaparecer. En las naciones desarrolladas, el
Estado cumple un papel importante poniendo límites legales para que los
grandes grupos no abusen de su posición dominante. Sin embargo, en los países
periféricos como la Argentina esos controles son más lábiles y se termina
apostando a la "buena voluntad" empresaria para proteger el bolsillo
de los más débiles.
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